Recuerdan? U2 (DIC 1997)
Zedillo y Bono a un paso del escándalo
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FEB 08, 2006 (LA REVISTA).- Poco antes de que terminara el primer concierto de U2 en el Foro Sol de la Ciudad de México, el martes 2 de diciembre de 1997, el Estado Mayor Presidencial decidió que era tiempo de sacar del foro a Ernesto Júnior, Emiliano y Carlos, hijos del presidente Zedillo.
La Presidencia solicitó boletos a Ocesa, el brazo de Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE) que organizaba los conciertos. Les dieron sin problema pases VIP, aclarándoles que ni los hijos del Presidente ni el EMP podían circular libremente por algunas áreas del lugar debido al movimiento de luces y equipo que se realizaba durante el show, inclusive les dieron un mapa de las zonas restringidas.
Contraviniendo todo lo acordado, los militares guiaron a los invitados por donde quisieron en busca de una salida, incursionando de paso en las regiones que con calma les explicaron que no podían pisar, los hijos del Presidente se saltaron las vallas protegidos por militares.
Buscaron una salida esquivando las cámaras a control remoto, que eran probadas a 60 metros de distancia antes del segundo concierto que se transmitiría en vivo a 175 países. Equipos de 2 toneladas, montados en grúas controladas por computadora.
"Los hijos de Zedillo se montan y se brincan ante la negativa de la gente de seguridad", cuenta Marcela Gómez Zalce, en ese entonces directora corporativa de Relaciones Institucionales y de Gobierno de CIE. "Era un escándalo, les gritaban que no podían pasar. Bono cantando y mirando, igual que los de la primera fila. Se saltan y en eso una grúa va por una imagen, justo a pegarle a uno de los jóvenes. Un productor se avienta sobre el hijo del Presidente, lo tira al suelo y la cámara pasa sobre ellos".
Con Carlos Zedillo en el suelo, los del Estado Mayor Presidencial desenfundan sus armas y uno de ellos apunta hacia el público. Otro le pega con la cacha en la cabeza al productor inglés y le abre el cráneo, dejando una herida que necesitó 12 puntadas para cerrarse.
Atrás del escenario otra batalla se escenificaba. Los del EMP acercaron la camioneta blindada lo más que pudieron al escenario, para sacar a los hijos del Presidente. No tenían permitido hacerlo, pero lo hicieron, mientras la gente de seguridad y miembros del staff de U2 lanzaban cajas de equipo para detenerlos.
En cuanto los hijos de Zedillo y sus amigos salieron, los militares se subieron a la suburban y se alejaron.
Al frente de la camioneta estaba parado el legendario Jerry Mele con la mano en alto pidiendo al conductor que se detuviera. El estadounidense, veterano de Vietnam, llevaba más de 12 años al frente de equipos de control de fans hambrientos de un poco de la gloria de sus ídolos.
Ahora estaba detrás de las luces frente a un grupo de militares entrenados por israelíes que rodeaban a algunos adolescentes sobre una camioneta blindada de ocho cilindros.
El conductor de la suburban, pistola en mano, igual que sus colegas, lo ignoró y lanzó la camioneta contra él. Le destrozó la columna.
RETIRO INVOLUNTARIO
Mele entró por casualidad al negocio. Era chofer de limusinas y, un día, mientras transportaba a una estrella del rock, un fanático enfurecido comenzó a pelear con el guarura de su pasajero.
Ante la evidente rendición del escolta, el chofer entró a escena e inmediatamente solucionó el problema, neutralizó al atacante y tranquilizó al artista.
La estrella, cuentan los colegas de Mele, era David Bowie de visita por territorio estadounidense, despidió al "protector" y contrató a Mele. De ahí despegó como uno de los mejores cuidadores de rockstars.
Una de las anécdotas en el manejo de masas furiosas la cuenta Bill Flanagan, en su libro "U2: At the End of the World". Jerry, desde que comenzó su carrera como guarura de estrellas, no quiso que se supiera de su existencia, con excepción de su trabajo al frente del equipo de seguridad de Slayer.
Las multitudes que el grupo atraía incluía skinheads, neo-Nazis, lo peor de lo peor, dice Flanagan. La primera vez que actuó con la banda de metal, les dijo en la puerta conforme iban entrando que no retaba sus creencias ni quería cambiar sus ideales, él sólo quería que pasaran un buen rato, que olvidaran sus problemas por un par de horas.
Con ese espíritu comenzó a revisar bolsillos, recolectó en la puerta 300 navajas y 56 pistolas, después de la presentación de Slayer, regresó todas sus armas como prometió a sus dueños. Así comenzó a hacerse leyenda su personalidad entre los artistas que solicitaban sus servicios.
CUMPLÍAN CON SU DEBER
Cuando Marcela Gómez Zalce entró a la sala de juntas, el jefe de escoltas de los hijos de Zedillo estaba encerrado. Al arrancar la camioneta lo olvidaron a él y a otro guardia.
El equipo de seguridad de U2 mataba con la mirada a los militares. Era lo único que podían intercambiar, unos no hablaban español, los otros inglés.
Marcela llamó inmediatamente al jefe del EMP, Roberto Miranda. Acordaron platicar en Los Pinos acerca de lo sucedido. "Bono estaba fuera de sí, desencajados todos, venían de Sarajevo, preguntaban quién dejó pasar a gente con armas, por qué no respetaban", cuenta Gómez Zalce.
Antes de salir, se reunió con los directivos de Ocesa, Paul McGuiness, manager de U2, y representantes de Polygram. Pasaba ya de medianoche y le anunciaron una conferencia de prensa a las 10 de la mañana para contar lo sucedido.
Le contó todo a Roberto Miranda. "Tenían instrucciones clarísimas. Hay que entender la labor de los escoltas, eso no podía tolerarse, no sabían de las grúas", respondió el general de Brigada del EMP.
"Solicito que me ayude. Para tranquilizar a la banda, no hacerle daño a la Presidencia, a México y a los conciertos", le pidió Gómez Zalce.
Ahí se dio el atorón. "No, no tenemos por qué dar disculpas. Cumplían con su trabajo, es el cumplimiento de su trabajo, agredieron a su protegido, estaba en el suelo". Pasaba de las tres, el EMP no cooperaría.
ABOGADOS Y EMPRESARIOS
Bono planeaba una conferencia de prensa a las 10 de la mañana en el hotel Four Seasons, tiempo de sobra para que los medios de comunicación en Europa recogieran la noticia y dejaran patente que solicitaban una disculpa pública del Presidente de México.
"No hay arreglo, le llamo a Miranda y me dice que el problema es de la empresa, de la banda, que no les enseñaron las áreas, se empieza a tensar la relación. Nos dan las siete de la mañana".
Mientras tanto, le avisan que el productor de TV estaba psicológicamente mal, además de la herida, nunca había visto una pistola hasta antes de ser encañonado. Jerry Mele, por su parte, no podía levantarse, le dolía mucho la espalda.
Ni Bono, ni The Edge ni nadie del grupo bajó a recibir a la representante de la empresa promotora. En su lugar, en la recepción del hotel más caro del Distrito Federal se presentó Paul McGuiness, el abogado de U2 y un representante de la disquera.
"Queremos una disculpa, ahora del Presidente, ante todo México", pidió Bono.
Empezó mal la reunión y empeoraba. Los representantes de la banda traían el boceto de un boletín de prensa que liberarían a las 10. Palabras clave: "hijos de Zedillo", "hombres armados", "banda pacifista y en pro de los derechos humanos", "se ve que México tiene los rezagos por eso", "Chiapas...".
"Cuando veo el boletín, eran las 7:45. Roberto Miranda me toma la llamada. Le explico el comunicado que tengo en las manos. Le digo que todavía se puede arreglar la situación, buscar un acuerdo. Que podíamos decir que el Gobierno estaba apenado por el incidente, que no volvería a pasar. Una cosa que se podía solucionar con tres líneas se frenó con un no".
Colgó y le marcó a Liébano Sáenz, el secretario particular de Ernesto Zedillo. "Tuvimos un incidente ayer muy delicado con los hijos del Presidente", lanzó de inmediato. "No me digas más, vente para acá", le respondió Sáenz.
Antes de salir rumbo a Los Pinos, le dijo a McGuiness que iba con los representantes del Presidente. La disquera presionaba. Pidió tiempo, que no soltaran el boletín.
"Te esperamos aquí en una hora", le dijo el manager de U2.
A las nueve de la mañana Liébano Sáenz le llamó a Roberto Miranda. "¿General, qué pasó ayer?", preguntó. La conversación fue breve, Miranda perdió los estribos. "Es importante general, déme los nombres de los elementos". Miranda no se los dio.
"Estamos solos, vamos a resolverlo, qué necesitas", dijo Liébano Sáenz a Marcela.
El secretario particular del Presidente sabía que si los medios europeos sacaban a la luz la pelea, la imagen de México se mancharía irremediablemente, por el tremendo paso de U2 en los medios del mundo.
Gómez Zalce convenció a Bono de que pospusieran la conferencia. Liébano Sáenz prometió una disculpa de Zedillo, le dijo que durante el día le llamaría a su equipo para concertar una reunión en Los Pinos.
Paul David Hewson, alias Bono, no paraba de amenazar, mover las manos y lamentar haber pisado México.
RESIDENCIA MIGUEL ALEMÁN
La Casa Miguel Alemán fue construida por el presidente que lleva su nombre, quien sucedió a Manuel Ávila Camacho en 1946. En ese hogar de casi 6 mil metros cuadrados, con gimnasio, boliche y discoteca, Zedillo esperaba a sus invitados.
Ahí se llevan a cabo las audiencias privadas con reyes, ministros y presidentes. Cuando un embajador acude a presentarse, tiene que llegar sin acompañantes, sin esposa, vestido con traje oscuro, el traje nacional del país que representa o el uniforme militar sin condecoraciones.
Los vehículos ingresan después de ser revisados minuciosamente, pasan varias puertas y después frenan frente a las escalinatas, donde un funcionario de la dirección general de Protocolo y un edecán militar les dan la bienvenida.
A las 10 de la mañana Zedillo recibió a Liébano Sáenz, quien le pedía que hablara con U2, quienes iban por una disculpa pública por la conducta de sus hijos.
"No, no fue así", era la respuesta automática del Presidente ante la descripción de los hechos que Sáenz escuchó durante la madrugada. "Pero los recibimos, ellos tienen que darnos una disculpa a nosotros, pusieron en peligro la vida de mis hijos. Ya me contaron. Pudo terminar en tragedia lo de anoche".
Mientras tanto, Marcela Gómez Zalce llegaba al Four Seasons con representantes de la Procuraduría, charlaban de nuevo sobre el boletín. Habían ganado tiempo. El equipo de U2 agradeció que el Gobierno hubiera enviado a sus representantes a tomar la declaración de sus miembros heridos en la batalla, uno en el hotel Presidente, otro en el hospital.
"Matizamos el boletín, tratamos de quitar lo de los guardias armados", recuerda Marcela.
A las dos salió un comunicado en NY y en México, pero ya pasó inadvertido.
Al final quitaron Chiapas, México rezagado, pero dejaron que hubo un incidente con elementos armados que atacaron a miembros de la banda.
PASES DE CORTESÍA
Comenzó el segundo concierto. Marcela estaba en el área VIP escuchando atenta lo que Bono decía. En un momento dijo: "Anoche casi perdemos a un hermano".
Alrededor de las 11 de la noche recibió una llamada de Fernando Lerdo de Tejada, el vocero presidencial, quien le dijo que Zedillo recibiría a los miembros de la banda al día siguiente.
A la una de la tarde pasaron por ellos dos camionetas de Presidencia, Bono enfundado en una camisa camuflageada, con gorra y lentes. Iban también The Edge, Adam Clayton, Larry Mullen, Marcela, un representante de Ocesa Nueva York y de la disquera.
El Presidente de México esperaba la llegada de U2 en las escalinatas, los hijos mostraban un nerviosismo disimulado por el silencio. Sin protocolo y sin revisiones entraron por la puerta cuatro las dos suburban directamente hasta frenar frente a la Casa Miguel Alemán.
"¿How are you, Bono? Welcome", (¿Cómo estás, Bono? Bienvenido), preguntó el presidente Zedillo, con cordialidad.
"Thank you", respondió el vocalista de la banda con frialdad, estirando la mano lentamente, como dudando.
Saludó a todos de mano y desapareció, un empleado los hizo pasar a una sala, donde había dos sillones de frente, grandes, y dos individuales sólo separados por una mesa de centro.
Ernesto Zedillo regresó sonriendo. Ernesto Jr. y Emiliano callados y con la mirada gacha. Liébano silencioso, observando con detalle. The Edge, Adam Clayton, Larry Mullen y Bono, con gesto incómodo, esperando la disculpa.
Zedillo rompió el hielo, en inglés dijo: "¿Te das cuenta de que si lo que pasó ayer hubiera sucedido en Estados Unidos, el FBI o la Casa Blanca hubieran tenido que reportar un muerto?".
"Eso no pasa allá —respondió Bono—. Cada vez que Chelsea (la hija del presidente Bill Clinton) quiere ir a uno de nuestros conciertos, las escoltas se ponen de acuerdo. Ya nuestro equipo la conoce, existe coordinación, algo que no hubo en México, lo que sí existió fue brutalidad por parte de sus guardias".
Bono repitió su versión de lo sucedido la noche anterior, otra vez con lujo de detalles. Habló de Mele y su experiencia. Criticó la prepotencia del Estado Mayor Presidencial.
"Esto fue culpa del promotor", dijo Zedillo, mirando desde el otro sillón individual a Gómez Zalce. "Si no hubiera sido por el productor no estaríamos aquí sentados y esto sería un escándalo internacional", espetó Bono.
Los diálogos a partir de esos comentarios fueron forzados, nadie decía nada.
La tensión terminó 20 minutos después cuando Bono dijo: "Esta charla se acabo".
Antes de salir, Marcela sintió un apretón en el brazo. Zedillo le dijo: "Tú y yo tenemos que hablar de esto".
"Cómo no, más aún cuando sus hijos pidieron boletos de cortesía", le respondió.
-¿No los pagamos?
-No, se los regalamos...
EN PRIVADO
Zedillo, con el rostro encendido, apuntó la mirada hacia sus hijos, quienes habían contado otra versión de los hechos.
"¿Es verdad?". Con la cabeza asintieron.
"Por qué mintieron? ¿Saben hasta dónde hubiera llegado este problema por haber faltado a la verdad? ¿Qué les he dicho de faltar a la verdad?", gritaba el Presidente, más como padre contrariado que como representante de Estado.
Ahí terminó la visita a México de U2. Se fueron a Toluca a tomar su avión para continuar su gira en el Sur de América. También acabó la carrera de Mele, quien dos años después ganó una demanda en contra de la empresa y el Gobierno mexicano. Después se fue a vivir a Hawai y desapareció de la vida pública.
Los foros de fans de la banda irlandesa dicen que murió de cáncer de hígado en 2003, pero hasta los seguidores más fervientes desconocen su paradero.
Para muchos fans del grupo ese mensaje que lanzó Bono el 3 de diciembre de 1997, durante el "PopMart Tour" en el Distrito Federal, que quedó registrado en un video y un disco, es todavía un misterio.
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Gustavo Avil�s
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1 Comments:
uff,los excesos del poder en su esplendor,solo que aqui se toparon con el personaje que es Bono ,quien lo que mas odia son las injusticias
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